Hace unos días, mis estimados fans, se cumplió un mes de nuestra estancia en la hermosa ciudad de Boston y, me detuve a pensar en lo rápido que han pasado los días, en lo breve que nos hemos adaptado a nuestra nueva vida y por último, en lo vano y estúpido que fue el haber siquiera considerado que mi vida sería miserable al venir aquí.
Estar en Boston, sin trabajo, únicamente con la preocupación de ver por mi familia y mi recreación personal se me antoja una especie de experimento fantástico. Sí tuviera que ilustrarlo con alguna analogía entonces les diría que mi vida este mes ha sido como estar sentada en la terraza de un lindo café , viendo a la gente pasar mientras leo un buen libro. Es un regalo esta tranquilidad, este paréntesis que me ha dado el destino para resolver la gran pregunta de esta mujer: ¿Qué quiero hacer con mi vida?
No sé, sospecho que no soy la única esposita sumergida en semejante duda pero cada quien tiene su historia. La mía es la de una mujer que terminó su carrera de Contaduría Pública y Estrategia Financiera en el ITAM, lugar en el cual conoció a su media naranja y con la que contrajo matrimonio a los 2 años de haberse titulado; cumplió con todas las expectativas de sus padres y salió de su confortable hogar de la manera más mocha-tradicional-mexicana, vestida de blanco.
Si me hubieran preguntado hace 10 años dónde me veía a los 27, seguramente les hubiera dibujado a una mujer independiente, trabajadora, viajera y solitaria jaja; mi pésima suerte en el amor de adolescente me insinuaba que eso del matrimonio se iba a tardar bastante y por lo mismo, nunca me atreví a contemplarlo en mis planes a futuro. Pues bien, dado que yo tenía eso en mente a la hora de escoger una carrera pensé en algo que proveyera riqueza sustentable con potencial de incrementarse a tasas crecientes en el tiempo, así que ahí voy y me meto a los númeritos (me gusta sufrir)... No lo voy a negar, me costó un trabajo considerable meterme en ese molde financiero pero lo hice y al final, lo disfruté bastante. Me titulé y dejé a mi alma mater con diploma en mano y novio de 4 años... en la otra mano por supuesto (jaja afortunada que soy). Estaba tan enamorada que empecé a sentir cosas que nunca antes había imaginado, como el deseo de estar con McCookie cada día que pasaba y de formar una familia con él. Para no hacerles el cuento largo, empecé a transpirar sentimientos femeninos al mil por hora y me asusté al ver que llevaba una especie de "ama de casa" adentro de mi ser. ¡Qué estaba pasando conmigo! ¿De pronto disfrutaba levantar los calzones de McCookie y recoger su ropa del sastre? Oh sí... ¡Me había convertido en una ESPOSITA!
La complicación emerge cuando chocan los deseos de, por un lado, explorar estos nuevos sentimientos de "esposita" tan poderosos, y por el otro, de hacer lo que profesionalmente hablando, aún tienes pendiente. Sabes que, sea lo que sea que decidas, vas a terminar incurriendo en un costo: esperar varios años para ser mamá o no poder comprometerte al 100% con los requerimientos de un trabajo. ¿O ustedes qué opinan?
No sé, sospecho que no soy la única esposita sumergida en semejante duda pero cada quien tiene su historia. La mía es la de una mujer que terminó su carrera de Contaduría Pública y Estrategia Financiera en el ITAM, lugar en el cual conoció a su media naranja y con la que contrajo matrimonio a los 2 años de haberse titulado; cumplió con todas las expectativas de sus padres y salió de su confortable hogar de la manera más mocha-tradicional-mexicana, vestida de blanco.
Si me hubieran preguntado hace 10 años dónde me veía a los 27, seguramente les hubiera dibujado a una mujer independiente, trabajadora, viajera y solitaria jaja; mi pésima suerte en el amor de adolescente me insinuaba que eso del matrimonio se iba a tardar bastante y por lo mismo, nunca me atreví a contemplarlo en mis planes a futuro. Pues bien, dado que yo tenía eso en mente a la hora de escoger una carrera pensé en algo que proveyera riqueza sustentable con potencial de incrementarse a tasas crecientes en el tiempo, así que ahí voy y me meto a los númeritos (me gusta sufrir)... No lo voy a negar, me costó un trabajo considerable meterme en ese molde financiero pero lo hice y al final, lo disfruté bastante. Me titulé y dejé a mi alma mater con diploma en mano y novio de 4 años... en la otra mano por supuesto (jaja afortunada que soy). Estaba tan enamorada que empecé a sentir cosas que nunca antes había imaginado, como el deseo de estar con McCookie cada día que pasaba y de formar una familia con él. Para no hacerles el cuento largo, empecé a transpirar sentimientos femeninos al mil por hora y me asusté al ver que llevaba una especie de "ama de casa" adentro de mi ser. ¡Qué estaba pasando conmigo! ¿De pronto disfrutaba levantar los calzones de McCookie y recoger su ropa del sastre? Oh sí... ¡Me había convertido en una ESPOSITA!
La complicación emerge cuando chocan los deseos de, por un lado, explorar estos nuevos sentimientos de "esposita" tan poderosos, y por el otro, de hacer lo que profesionalmente hablando, aún tienes pendiente. Sabes que, sea lo que sea que decidas, vas a terminar incurriendo en un costo: esperar varios años para ser mamá o no poder comprometerte al 100% con los requerimientos de un trabajo. ¿O ustedes qué opinan?
Cheli Linda. Tantos años amiga. Pues te voy a contar que yo siempre me ví como un ama de casa antes que profesionista y te puedo decir que llegó el día en que la vida de profesionista llegó primero y cada vez se ve más lejano el sueño de ser ama de casa. Me va muy bien y lo disfruto mucho... viajo, soy independiente y tengo un mundo de posibilidades de crecimiento laboral, en el último año me han ascendido 4 veces... Sin embargo todos los días llego a mi casa... no hay calzones de McCookie ni McPatata ni McBurrito que recoger... ni una María que me ladre... me acuesto temprano para ir a ganarme el pan al día siguiente y antes de dormir, después de pensar 10 veces en si cerré con llave la puerta de afuera, y llenar la cama con almohadas para que no esté tan fría, pienso "ESTO APESTA!... Esta historia de la mujer ejecutiva se nos salió de las manos en la revolución femenina! maldito movimiento mal entendido que nos cambió los roles que traemos en nuestra genética, en nuestra mente y en la piel por completo". Así que mi querida Cheli, tu vida es una gran inspiración para todas aquellas que soñamos con algún día contar con el apoyo de un hombre y acompañarlo en todos sus sueños mientras nos mima y nos da la tranquilidad de quedarnos en casa haciendo lo que mejor sabemos hacer: Ser mujeres... y no me refiero a ser ociosas o no trabajar absolutamente en nada... pero sí dedicarnos por el gusto y no para el gasto. Disfruta Boston, nutre tu mente con libros e historias fantásticas y que no te preocupe el título del ITAM, bien ganado y ahí está para cuando lo necesites... mientras tanto... LIVE, LOVE, LAUGH!!!
ResponderEliminarQuerida amiga, qué aburrida sería la vida si todos los eventos se desenvolvieran como un día los imaginamos. Es cierto, la incertidumbre despierta los temores pero cada "esposita" sola o acompañada tiene que vivir su vida sin reserva y tratar de ignorar las expectativas. Leo tus palabras y admiro tu independencia, envidio tu libertad y reconozco tu fortaleza... Estemos dónde estemos, simplemente tratemos de ser las mejores mujeres que podamos ser.
ResponderEliminarTú ahí y yo acá,
Te mando un abrazo muy fuerte :)