El frío despierta en uno
instintos naturales de hibernación, cada día que pasa y baja más la temperatura
más ganas dan de estar en la camita y pararse únicamente para tomar chocolatito
caliente e ir al baño, claro jaja, repitiendo la secuencia así o de reversa, una y
otra vez hasta la próxima primavera. Y es que esta estación muy imprudente nos saludó en
Boston con una bofetada, cada semana cambiando drásticamente la temperatura y
ahora, cuando aún quedaban muchas hojas verdes por caer, espolvoreándonos con
prosopopeya copos de nieve en pleno miércoles de OCTUBRE. ¡Qué está mal contigo
Otoño!
Por si fuera poco, el frío también se ha colado adentro de mi casa, mi amado McCookie
se encuentra en estado de “desaparición académica” dícese de la circunstancia
de abandono conyugal por causa de estrés y qué hacer escolar (sí ni me lo
digan, ya me habían advertido al respecto). Así, como el arrogante Otoño, de la
noche a la mañana ya no tenía tiempo para compartir el sándwich con su esposita,
se iba muy temprano para regresar muy tarde; y luego cuando por fin nos íbamos
a la cama y yo empezaba con el “cuchi cuchi” el hombre de cromañón ya estaba
boca arriba, en su centésimo ronquido y abrazando la almohada.
No obstante, como no me gusta ser pesimista he estado buscando los atributos de la estación: muchas calabazas , alfombras de hojas crujientes, ropa de invierno, disfrazar a Bo en Halloween, etc. Pero sobretodo, me parece que el Otoño es perfecto para
reflexionar, para encontrar la claridad de pensamiento y tomar decisiones pendientes. Pues a medida que el paisaje se
torna monocromático las distracciones se disuelven y lo esencial se ve con mayor facilidad,
como sucedería en una fotografía en blanco y negro dónde la individualidad de los
elementos se pierde pero la intención y la historia que cuenta, resaltan.
En fin, ya pasará el frío, el
hambre y la sed serán saciados a su tiempo jajaja.
Además, ni de qué me quejo, siempre estará el peludo Bo, dispuesto a intercambiar su calor por uno
que otro masaje shiatsu en alguna de sus patas.
¡Buen otoño Espositos!
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