Hay tantas maneras de abordar este tema que abarcará gran parte de mi vida en un breve futuro pero les diré, es uno de
esos “temas” que te hace ver la vida en retrospectiva una y otra vez.
Me recuerda a esa noche en casa de mis padres cuando me metí
a mi cama y me dormí contemplando el anillo de compromiso que McCookie acababa
de darme en la cena. Recuerdo haberme perdido en la almohada repasando nuestra
pequeña historia, desde la banalidad en que lo conocí hasta el silencio
inolvidable que se produjo cuando se hincó para pedirme matrimonio. Pues bien,
hoy en día me pasa algo muy similar cada vez que me encuentro en la ducha y
observo como resbala el agua por mi redondeado vientre hasta mojarme los pies.
Pies que; por cierto, estos días a duras penas veo.
Pienso en nuestra primera cita, pienso en nuestro primer
beso apasionado, pienso en nuestras mentiras piadosas del noviazgo, pienso en
la tarde que encontramos a Bo, pienso en nuestra boda, pienso en nuestra luna
de miel, pienso en nuestra partida a Boston y pienso en aquella noche cuando le
pregunté a McCookie “Amor, ¿Y si tenemos un hijo?” Y él me respondió entre
risas “¿Sabes qué? Creo que es una excelente idea”.
Lo que comenzó como un capricho luego se convirtió en un
deseo y de pronto; en un proyecto de vómitos,
estiramiento de abdomen, oscurecimiento despiadado de pezón y, se me
olvidaba, tapizado de pelos alrededor del ombligo… En otras palabras, un
proyecto de profundo amor jaja.
En algún momento apartado de la conciencia humana sucedió el
milagro: un espermatozoide de los varios millones que lo acompañaron, UNO sólo logró
unirse con el óvulo definiendo la combinación cromosómica única e irrepetible de
esa personita que ya en 5 meses tendremos en brazos…
¿Tendrá sus ojos? ¿Tendrá el cabello oscuro como el mío?
¿Será niño? ¿Será niña? ¿Tendrá habilidades analíticas como papá o será un
romántico cantante de regadera como mamá?
Las preguntas siempre son más que las respuestas y la espera…
Creo no equivocarme si les digo que es, la más emocionante de todas.
Un buen día te despiertas y te sientes más parecido a tus
padres que nunca. Such is life.
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