El día de hoy fue un tanto extraño, lo que a primeras horas de la mañana pintaba como un trayecto relajante sobre avenida Constituyentes y un día sumamente feliz, se transformó más adelante en una melancólica despedida. Y es que el día de hoy, espositos, concluí mi contrato laboral en La Casita de Dinero, esa honorable institución que me dio chuleta durante 2 años y en la que conocí personas que, inesperadamente, aportaron cosas valiosas a mi vida.
Podrán entonces imaginar el áurea azul que me cubría esta tarde cuando conducía de regreso a casa, con mi rostro reflexivo y mis pensamientos haciendo un ridículo flash back de mi paso por La Casita de Dinero...
Al final, inevitablemente mi cara sonrió de nuevo porque en esta vida tarde o temprano se tienen que pasar las páginas y yo estaba cambiando la hoja de este libro muy satisfecha. El próximo capítulo se llama Boston y está en blanco...
Créanme, no me faltan las ganas de soñar e imaginar lo que habrá de pasar allá pero ya casi es media noche y McCookie no concilia el sueño (no se cómo pero se las arregló para estamparse con el marco de una puerta), tiene un chichón en la frente grande y raro, parece una zanahoria jajaja, pobre, entre el dolor y la luz de mi laptop no puede descansar.
Entonces; ¡A dormir se ha dicho!
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